Sophie Lebot |
Cuando se es niño/a nuestro
primer acercamiento literario se produce a ratos por diferentes mediadores,
nuestros padres o algún otro familiar y la escuela.
Si teníamos suerte existirían otras
instancias donde ejercer la presencia literaria, es que ese pequeño espacio que
nos separaba de la hoja escrita y la mirada aguda es como la analogía del paracaídas
y nuestra mente: sólo si se abre es útil.
Cuando pequeños adentrarnos en el
mundo literario era como querer cruzar
un bosque gigante. Bosque en el cual pudimos encontrar cosas mágicas,
placenteras o quizás tenebrosas. El bosque podía ser un buen refugio o lugar de
extrañamiento. Era aquí donde hacíamos uso de la libertad de pedir asilo o evadirnos
de todo aquello que no podía habitar este espacio, porque este espacio era en
esencia personal e íntimo. Los otros no podían seguirnos en esta cruzada
heroica, los otros no eran dignos o
simplemente, los otros no llegaban porque por con el follaje peligrosamente
frondoso no se atrevían a cruzar. Porque “los
árboles nunca podrán ocultar el camino de luz hacia el bosque profundo de
nuestros sueños / esa hiedra tan verde se ve como un manto lejano que no puede
escapar que se puede alcanzar solo con volar” (Toquihno).
Quizá por todo esto, o por muchas
otras razones que desconozco y a otros harán sentido, el bosque fue escenario
recurrente en muchos relatos populares de infancia.
Cómo responder al qué es la literatura
si siendo infantes la tinta nunca se sentía tediosa… nos gustaba mucho recorrer estos lugares y otros
cualquiera. Pero una vez que fuimos capaces de hacer ejercicio de nuestra
independencia textual, tomamos un libro que hubiese en casa y nos disponíamos a
leer, releer o intentar leer descifrando un poco lo que se nos planteaba.
La literatura sin duda ha ido des-cubriendo
un escalafón que parecía aislado o imposible de descifrar, la literatura
infantil. A pesar que en sí el concepto parezca un tanto vacilante, pues nos
enfrentamos a libros que se escriben para niños y niñas pero que los crea un
adulto.
Benjamín Lacomb |
La literatura infantil es eso, un
bosque gigante que debemos acompañar a explorar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario